Mi puta esposa usada como carne de follar Parte 3
PARTE 3
De rodillas en el pasillo, aún pedías que te dejaran limpiar alguna de las pollas que habían estado dentro de tu querida esposa mientras ella recogía sus cosas. Cuando yo cubrí su desnudez con el abrigo y, pellizcando uno de sus pezones, la obligué a regalarme un profundo y lascivo beso para subrallar aún más tu cornamenta pública y dejar claro quien era el lider.
Salimos los últimos del sexshop a punto de cerrar. Ella, yo, el taxista, que era uno de los más activos y dotados del grupo y dos machos más, Carlos y Toni, los que habían demostrado ser más viciosos y despiadados follando a tu puta esposa. Ah, y detrás tú, que nos seguías como el perro que eres.
El taxista conducía y yo me senté de acompañante. Atrás tu mujer, sentada entre los otros dos machos. ¿Tu? en el maletero, por supuesto.
Hiciste amago de no querer entrar, pero tu mujer te agarró de una oreja y te obligó diciendo: - Métete dentro y no lloriquees maricón !
Todos nos reímos de tu humillación antes de comenzar el viaje.
La puta de tu mujer, encantada de estar en un coche con cuatro hombres de verdad, abrió el abrigo, luego las piernas, y se ofreció sin complejos...
No tardó en sacarles las pollas a Carlos y Toni y volver a chuparlas como una viciosa mientras todos, menos el taxista claro, le metíamos mano sin miramientos en su vulva empapada y su culo deseoso de polla. Ella, como la perfecta guarra que és, daba facilidades abriéndose aún más, y el olor a sexo de hembra llenaba el ambiente. Ellos le chupaban y sobaban las tetas y ella los besaba metiéndoles la lengua en la boca mientras jadeaba de placer y pedía más y más... La muy guarra es una ninfómana insaciable y tú un cornudo humillado como no he conocido otro!
Finalmente llegamos al destino. Un pequeño taller de coches en las afueras, antiguo y vacío que uso para disfrutar de las sumisas que sus cornudos me traen, o para adiestrar a otras que quieren mejorar como esclavas y complacer mejor a sus amos.
De vez en cuando alguna tierna jovencita de las que lloran a la mínima...
El local está bien equipado con todo lo necesario para el placer, para el dolor y también para la humillación, todo depende de cual sea tu rol...
Entramos en el local y, al encender luces, pude ver en la cara de tu puta esposa una mezcla de miedo, curiosidad y deseo morboso que, por un instante, le hicieron temblar las piernas y mojarse la entrepierna aún más.
Los machos se motivaron cantidad al ver de qué iba el mobiliario, las cuerdas, etc.
El taxista, que se quejaba de no haber disfrutado durante el viaje y llevaba una erección de caballo, me preguntó que que hacía con el maricón del maletero.
- Sacalo del maletero, ordenale que se desnude y desahógate con su culo si te apetece mientras nosotros preparamos a la rubia -le dije- Cuando acabes déjalo atado por allí. Le dejaremos ver al cornudo como nos divertimos con su mujer, pero que no m*****e.
- Vale, voy a buscarlo y a ver que hago, pero no empecéis sin mí...
De rodillas en el pasillo, aún pedías que te dejaran limpiar alguna de las pollas que habían estado dentro de tu querida esposa mientras ella recogía sus cosas. Cuando yo cubrí su desnudez con el abrigo y, pellizcando uno de sus pezones, la obligué a regalarme un profundo y lascivo beso para subrallar aún más tu cornamenta pública y dejar claro quien era el lider.
Salimos los últimos del sexshop a punto de cerrar. Ella, yo, el taxista, que era uno de los más activos y dotados del grupo y dos machos más, Carlos y Toni, los que habían demostrado ser más viciosos y despiadados follando a tu puta esposa. Ah, y detrás tú, que nos seguías como el perro que eres.
El taxista conducía y yo me senté de acompañante. Atrás tu mujer, sentada entre los otros dos machos. ¿Tu? en el maletero, por supuesto.
Hiciste amago de no querer entrar, pero tu mujer te agarró de una oreja y te obligó diciendo: - Métete dentro y no lloriquees maricón !
Todos nos reímos de tu humillación antes de comenzar el viaje.
La puta de tu mujer, encantada de estar en un coche con cuatro hombres de verdad, abrió el abrigo, luego las piernas, y se ofreció sin complejos...
No tardó en sacarles las pollas a Carlos y Toni y volver a chuparlas como una viciosa mientras todos, menos el taxista claro, le metíamos mano sin miramientos en su vulva empapada y su culo deseoso de polla. Ella, como la perfecta guarra que és, daba facilidades abriéndose aún más, y el olor a sexo de hembra llenaba el ambiente. Ellos le chupaban y sobaban las tetas y ella los besaba metiéndoles la lengua en la boca mientras jadeaba de placer y pedía más y más... La muy guarra es una ninfómana insaciable y tú un cornudo humillado como no he conocido otro!
Finalmente llegamos al destino. Un pequeño taller de coches en las afueras, antiguo y vacío que uso para disfrutar de las sumisas que sus cornudos me traen, o para adiestrar a otras que quieren mejorar como esclavas y complacer mejor a sus amos.
De vez en cuando alguna tierna jovencita de las que lloran a la mínima...
El local está bien equipado con todo lo necesario para el placer, para el dolor y también para la humillación, todo depende de cual sea tu rol...
Entramos en el local y, al encender luces, pude ver en la cara de tu puta esposa una mezcla de miedo, curiosidad y deseo morboso que, por un instante, le hicieron temblar las piernas y mojarse la entrepierna aún más.
Los machos se motivaron cantidad al ver de qué iba el mobiliario, las cuerdas, etc.
El taxista, que se quejaba de no haber disfrutado durante el viaje y llevaba una erección de caballo, me preguntó que que hacía con el maricón del maletero.
- Sacalo del maletero, ordenale que se desnude y desahógate con su culo si te apetece mientras nosotros preparamos a la rubia -le dije- Cuando acabes déjalo atado por allí. Le dejaremos ver al cornudo como nos divertimos con su mujer, pero que no m*****e.
- Vale, voy a buscarlo y a ver que hago, pero no empecéis sin mí...
2 years ago