Desvirgando a un chico de Xhamster
A continuación les narraré lo ocurrido hace un poco más de dos años, en donde a través de este sitio, conocí a un chico que terminé desvirgándo.
Llevaba poco tiempo como usuaria en xhamster, y tanto mi perfil, como mi descripción, llamaron bastante la atención en varias personas, por lo mismo, cada vez que me conectaba, encontraba mi buzón de solicitudes de amistad colmado y a su vez muchos mensajes, que iban desde un simple “hola”, hasta un “quiero meterte mi verga por la boca”.
Como estaba recién registrada, me motivaba mucho responder los mensajes y conocer personas agradables y también, me calentaba demasiado leer los sucios comentarios hacia mi persona. Dentro de todos los mensajes, estaban los de un chico en especial, quien por su caballerosidad, llamaron bastante mi atención.
En nuestra primera conversación por chat, él se identificó como Raúl, un chico de Santiago, con 19 años de edad y cursando primer año en la Universidad. Poco a poco fuimos contándonos nuestros gustos sexuales, hasta que él me confesó que no le iba bien con las mujeres y que aún era virgen. Como de costumbre en esos casos, ya que no era el primero que me lo decía, le dije “que tuviera paciencia, que tarde o temprano llegaría su oportunidad”.
Pasado una semana, Raúl me hizo la petición de ser yo la mujer que lo desvirgara, apelando a mi experiencia y que ya conocía su situación de virginidad. Mi primera respuesta fue negativa y como argumento principal, le hice saber que estaba recién conociéndolo, que no podía confiarme de quien estaba al otro lado de la pantalla, ya que además tenía su perfil vacío.
Raúl de inmediato subió una galería con contraseña y me la mandó para que la revisara. Al acceder a su álbum, quedé con la boca abierta al ver la delicia de pene que este muchacho tenía y no dudé en dejarle calientes comentarios alagando su anatomía.
Luego de eso, pasaron unos días en los que no me conecté y durante ese tiempo pensaba constantemente en la petición de Raúl. Me decía a mí misma, “ 19 añitos, virgen e inexperto, mmmm”, luego recordaba las imágenes de su pico que hacían que se me mojara la concha. Después de mucho pensarlo, decidí aceptar su propuesta, ya que como mujer necesitaba saciar mis bajos instintos.
Cuando le conté que aceptaría una cita con él, Raúl no lo podía creer. Intercambiamos números y para no develar mi dirección, acordamos encontrarnos en un lugar cercano a su casa, el cual sería el destino final del encuentro.
Era un día jueves muy caluroso y aprovechando que tenía libre en mi trabajo, salí de mi casa cerca de las 14 horas para encontrarme con Raúl. Vestía una blusa blanca escotada sin mangas, un jeans ajustado celeste claro y unas sandalias color beige, aparte de mi cartera y unos lentes oscuros; fue así como acordé que vestiría para que él pudiera reconocerme.
Llegué a la plaza donde nos encontraríamos unos 15 minutos antes de la hora acordada. Me senté en una banca bajo la sombra de un árbol y esperé. Después de 5 minutos, recibí un mensaje de Raúl, el cual decía: “Voy llegando a la plaza, besos”, yo de inmediato le respondí: “Genial, yo recién llegué… te espero, besos”.
Luego de un par de minutos, veo que a lo lejos un joven de camisa blanca y jeans se acerca en dirección a mí y supuse que se trataba de Raúl. Al llegar donde estaba yo sentada y verlo de cerca, me llevé un gran impresión, ya que no era lo que imaginaba, pero esos son los riesgos de una cita a ciegas.
Raúl era un muchacho delgado y un poco más bajo que mí, usaba lentes y tenía un poco de acné en su cara, típica cara de pajillero en pubertad. Aparte se veía muy chico, aparentaba menos de 19 años, lo que me causó extrañeza. Pero a pesar de que no era un adonis, su aspecto “puberto”, sumado a su timidez, hacían que llamara mi atención.
- Hola!, tú debes ser Raúl, verdad?, lo saludé dándole un beso en su mejilla.
- Hola… si, yo soy Raúl. Mucho gusto Catalina, me respondió cortésmente.
- Que bien! Por fin nos conocimos en persona, le dije sonriéndole.
- Si, aunque aún no me la creo que estés aquí, me dijo mirándome con cara de incrédulo.
- Pero cómo? Si tú me propusiste algo y yo acepté… mira, tócame!. Tomé una de sus manos y la apreté, luego de eso le di un abrazo bien apretado. – Ahora ya crees que estoy aquí?, le pregunte sonriéndole.
- Si, ya me convenciste, dijo riendo.
Después del saludo y romper un poco con los nervios, nos sentamos en la banca y mirándolo a los ojos, le hice saber mi principal inquietud.
- Oye Raúl, te ves más niño, aparentas tener menos de 19 años… porque esa edad me dijiste que tenías, no es verdad?
- Cata, la verdad es que no… tengo 17, me dijo con la cabeza baja y mirando al suelo.
- Y por qué me mentiste?, aún eres menor de edad, Raúl! , le pregunté fingiendo m*****ia.
- Perdóname Cata, es que pensé que no me tomarías en cuenta si te decía mi edad real, pero a fin de mes cumplo los 18, exclamó mirándome con cara de arrepentido, tratando de buscar mi perdón.
La verdad es que apenas lo vi supe que tenía menos de 19 años y siendo sincera, su minoría de edad no me importaba mucho, venía muy caliente y no me iba a devolver para la casa.
- Bueno, si cumplirás 18 dentro de poco, la cosa es diferente, le dije mirándolo con empatía, mientras colocaba mi mano en su hombro.
- Que bueno Cata, de todos modos te vuelvo a pedir disculpas, no volveré a mentirte… te lo juro.
- Eso espero, y sobre todo que las fotos que me mostraste de tu amiguito sean reales, le dije mirándolo con cara de pícara y deslizando mi mano desde su pecho, hasta la hebilla de su cinturón.
- Si, en eso no mentí jaja, me dijo riendo y muy orgulloso de su hombría.
- Pues que bien, porque quiero hacerte todo lo que te escribí en los comentarios y más, le dije mientras me ponía de pie.
Comenzamos a caminar en dirección a la casa de Raúl, la cual estaría sola, ya que sus padres estarían en el trabajo y su hermana pequeña en el colegio. Avanzamos casi una cuadra, hasta llegar a unos departamentos, entramos por el portón y luego subimos por unas escaleras, llegando al fin a su casa. En su interior no había nadie, tal como él me había dicho.
Apenas entramos, Raúl me ofreció un vaso de jugo, el cual acepté y enseguida me invitó a pasar a su pieza, la cual era pequeña y ordenada. Me senté al borde de su cama y mientras me tomaba el jugo, observé todo el entorno. Luego de eso me quité las sandalias quedando descalza.
- Me está dando un poco de calor, dije mirando a Raúl.
- Si, está caluroso acá dentro, abriré la ventana, dijo sin entender a lo que me refería.
Raúl abrió la ventana y al voltearse, me vio como desabrochaba mi blusa y me la quitaba, quedando solo con el sostén.
- Wow! , exclamó mirándome fijamente.
- Es la primera vez que tienes a una mujer en tu pieza, verdad?, le pregunté, mientras apretaba mis pechos con mis brazos.
- Si, aparte de mi mamá y mi hermana chica, contestó riendo.
- Pues, entonces para mí es un honor ser la primera… Me ayudas con esto?, le dije, mientras le mostraba mi espala, para que me ayudara a desabrochar mi sostén.
Con sus manos temblorosas, Raúl desabrochó mi sostén y me lo quitó, dejando mis pechos al aire. Me agarré un teta y agachando mi cabeza, chupé mi pezón y enseguida lo lamí.
- Quieres probar tú también o solo me quedarás mirando?, le pregunté con una mirada lujuriosa.
- Obvio que quiero probar!
Raúl se inclinó y agarró firmes mis pechos. Luego de besarlos, comenzó a chupar y lamer mis pezones con mucha pasión y lujuria. Mientras tanto, yo disfrutaba de todo eso con mis brazos apoyados en la cama y con mi cuerpo inclinado hacia atrás.
Después de cinco minutos, le hice una señal para que parara y estiré mis manos para comprobar lo duro que él estaba. Le aflojé el cinturón y desabroché su pantalón, el cual bajé con brusquedad hasta los tobillos, y es que estaba ansiosa por ver ese pico duro que tanto había presumido en sus fotos. El mismo se bajó el bóxer, dejando a la vista su delicioso pene. El líquido pre seminal escurría desde su uretra, viscoso y transparente, un verdadero almíbar para mí.
- Si que te pusiste caliente mi niño, le dije mirándolo a los ojos y agarrando firme su miembro.
- Obvio y como te había dicho cuando chateábamos, todo esto es para ti, me dijo mientras intentaba meter su pene a mi boca.
Antes de eso, pasé mi dedo por su glande, recogiendo restos del juguito que me estaba dando para degustarlo y enseguida comencé a chupárselo. Lo masturbé y se lo chupé por unos 5 minutos, hasta que me dijo que ya no aguantaba más. Solté su erecto pico, dejando que se masturbara solo y abrí mi boca, esperando su descarga de leche.
Fueron cinco potentes chorros de esperma caliente que llenaron mi boca. Raúl apretó y exprimió su pene hasta que cayó la última gota. Luego, sin más preámbulos, me la tragué lentamente disfrutando como bajaba por mi garganta al mismo tiempo en que contemplaba la carita de excitación y asombro con la que él me miraba.
- Wow! Era verdad que te gustaba tragarte el semen, me dijo mientras acariciaba mi cabeza.
- Obvio que si, me encanta. Sobre todo si sabe tan rica como tu lechita, le dije coquetamente y mientras me ponía de pie.
Le arranqué la camisa y empujé a Raúl sobre su cama. Yo estaba sobre excitada, la situación me estaba poniendo más y más caliente, sobre todo al contemplar a un muchachito desnudo, virgen y que acababa de regalarle su primera descarga de semen a un una mujer.
Sujeté y levanté sus piernas, dejando a mi merced sus bolas velludas y su ano. Coloqué un cojín bajo su espalda y de inmediato comencé a lamer y chupar sus testículos, mientras que con mi índice intentaba penetrar su culo.
- Ay Cata, que rico se siente!!
- Mmmm, te gusta, mi niño? Te gusta que juegue con tu culo?
- Me encanta! Puedes hacer conmigo lo que quieras!!
Mi saliva escurría por sus bolas y me servía como lubricante para meter mis dedos en su ano. Cuando noté que ya estaba listo, comencé a lamer e intentar introducir mi lengua dentro de él. Mientras tanto, Raúl gemía de placer, verdaderamente estaba disfrutando lo que hacía con su culo.
- Tienes el culo exquisito mi niño, podría chupártelo por horas, le decía mientras pasaba mi lengua desde su ano, hasta llegar a la base de su pene, el que ya estaba duro como fierro.
- Uff, jamás pensé que se sintiera tan rico…
- Mmm, a mí me encanta hacer esto y sobre todo que me lo hagan, le dije mirándolo e insinuando lo que quería.
Bajé sus piernas y me puse de pie. Enseguida me desabroché mi pantalón y comencé a bajarlo lentamente, hasta quedar solo con una diminuta tanguita negra con encajes. Me di la vuelta y le enseñe mi culo, me agarré las nalgas y le dije que todo sería suyo. Raúl se sentó al borde de la cama, me tomo por la cintura y me acercó hacia él. Acarició mis cachetes, mientras hacia alusión al tamaño de mi trasero.
- No puedo creer que esté tocando con mi manos este pedazo de culo… no me imaginé que lo tuvieras tan grande, Cata.
- Te gusta?... te había dicho que lo tenía grande, ahora ya pudiste comprobarlo.
- Me encanta, pero puedo pedirte algo?
- Si, que cosa?
- Quiero que te sientes en mi cara, te lo ruego!
- Jeje está bien, vine hasta acá solo a complacerte.
Raúl se recostó en la cama y luego de quitarme la tanguita, me senté cuidadosamente sobre su cara, dejando caer el peso de mi cuerpo sobre él. Separé mi nalgas con mis manos, para que pudiera lamer y sentir el aroma de mi culo. El jugo de mi concha, empapó su mentón y le pedí que metiera su lengua por mi vagina.
- Te gusta el saborcito que tengo? Pues a esto huele y sabe el culo y concha de una mujer, le dije.
Comencé a moverme encima de él, estaba disfrutando cada roce que me daba con su nariz y lengua, al mismo tiempo que con mis dedos frotaba mi clítoris.
Después de estar un buen rato encima de Raúl, me levanté y luego me recosté en la cama. Él se puso de pie y con un almohada se limpió la cara.
- Cata, deja seguir chupándote esa concha.
- Todo esto es tuyo mi niño, le dije abriéndome de piernas y levantándolas para que se abalanzara sobre mí.
Estuvo chupando mi vagina y mi culo por unos 15 minutos. Yo no paraba de gemir y retorcerme de placer, era demasiada la calentura ver como ese muchachito virgen me devoraba por completa.
- Que bien lo haces, Raúl… he estado con muchos hombres experimentados y tú no tienes nada de que envidiarles a ellos, le decía para que tuviera mayor confianza en si mismo.
- Lo dices enserio? Me preguntaba mientras intentaba meterme la lengua por mi culo.
- Claro que lo digo enserio, mi niño… dejarías a cualquier mujer loca, le dije mientras me abría el ano con mis dedos para que él pudiera meterme su lengua.
Después de un rato, me cansé de tener mis piernas levantadas y le dije que ye era tiempo de probar su pene otra vez.
- Mmmm, golosa, quieres chuparlo de nuevo? Me preguntó agarrándose su rico pene.
- Lo quiero probar, pero por mi conchita… te animas?
- Uff, es lo que más quiero, Cata.
Abrió el cajón de su velador para sacar unos condones que había comprado para la ocasión y antes de que abriera uno, lo detuve.
- Mi niño, después que devoraste mi concha y mi culo, vas a usar eso conmigo? No seas malito, quiero sentir tu pico dentro de mi sin ese plastiquito.
- Tienes razón Cata, lo haré como tú digas.
Antes de que me penetrara le pedí, que frotara su pene por encima de mi concha. Se sentía tan rico cuando su glande y mi clítoris se rosaban, que ambos comenzamos a suspirar y gemir. Luego, sin avisarme, sentí como sus 18 cms de pico los enterraba dentro de mí. Sentí tanto dolor y placer a la vez, que solo solté un fuerte gemido.
- Ohh que rico mi niño, métemelo más fuerte! Le pedí gritándole.
Raúl, en un primer momento le costó tomar el ritmo, pero al paso de los minutos, comenzó a darme fuertes estocadas, una tras otra, sin parar. La cabecera de la cama comenzó a chocar contra la pared y sumado a nuestros fuertes gemidos, me hacían pensar que todos los vecinos nos escuchaban, lo que me causaba más placer.
Antes de los 10 minutos, tenía mi vagina llena de semen caliente y tras recuperar el aliento, Raúl se levantó y retiró de mi concha su pene semi erecto. Le pedí que se recostara y así lo hizo. Enseguida me coloqué en cuatro sobre él, dándole la espalda. Mi culo y mi concha quedaron a la altura de su pecho y fue ahí cuando su leche comenzó a escurrir desde mi vagina, cayendo sobre él.
Le dejé un generoso charquito de semen sobre su pecho, y no me esperé ni un segundo para comenzar a lamer y beber ese rico elixir.
- Que lechita tan rica la que me das, le decía mirándolo a los ojos, mientras lamía el semen sobre su pecho.
- Toda es para ti, Cata… disfrútala, me dijo mientras acariciaba mi cara y mi cabeza.
Después que dejé su pecho limpio, me volví a colocar en cuatro sobre él, dejándole mi culo y mi concha frente a su cara. Raúl de inmediato comenzó a lamer y chuparme. Yo mientras tanto, agarré su pene semi erecto y empecé a masturbarlo y chuparlo hasta que se puso duro otra vez. Estuvimos así por un largo rato, sin darnos cuenta de cómo la hora fue avanzando. Cerca de las 5 de la tarde, el celular de Raúl sonó.
- Uy, Cata es mi mamá, que hago?, me preguntó.
- Pues contéstale, yo me quedaré calladita, le dije mientras chupaba y lamía su pico como si fuera una paleta.
- Aló, mamá? Si, dime… a las 5.30? Pucha… ya, ok… chao!
- Que pasó, viene en camino?, le pregunté.
- No, me dijo que fuera a buscar a mi hermana… que hoy sale a las 5:30. Y ya van a ser las 5.
- Entiendo… vistámonos entonces.
Ambos nos levantamos de la cama y nos vestimos. Una vez listos, salimos de la casa, en dirección al paradero. Mientras esperaba la micro, hablamos un poco sobre lo ocurrido, me agradeció una vez más por haber aceptado su petición y por haberme convertido en su primera mujer.
Con el pasar del tiempo, mantuvimos el contacto a través de la página, pero dejamos de hablar, luego de que estuve ausente por un largo tiempo. Al volver, su perfil, ya no existía y nunca más tuve noticias de Raúl, el muchachito al que desvirgué.
Llevaba poco tiempo como usuaria en xhamster, y tanto mi perfil, como mi descripción, llamaron bastante la atención en varias personas, por lo mismo, cada vez que me conectaba, encontraba mi buzón de solicitudes de amistad colmado y a su vez muchos mensajes, que iban desde un simple “hola”, hasta un “quiero meterte mi verga por la boca”.
Como estaba recién registrada, me motivaba mucho responder los mensajes y conocer personas agradables y también, me calentaba demasiado leer los sucios comentarios hacia mi persona. Dentro de todos los mensajes, estaban los de un chico en especial, quien por su caballerosidad, llamaron bastante mi atención.
En nuestra primera conversación por chat, él se identificó como Raúl, un chico de Santiago, con 19 años de edad y cursando primer año en la Universidad. Poco a poco fuimos contándonos nuestros gustos sexuales, hasta que él me confesó que no le iba bien con las mujeres y que aún era virgen. Como de costumbre en esos casos, ya que no era el primero que me lo decía, le dije “que tuviera paciencia, que tarde o temprano llegaría su oportunidad”.
Pasado una semana, Raúl me hizo la petición de ser yo la mujer que lo desvirgara, apelando a mi experiencia y que ya conocía su situación de virginidad. Mi primera respuesta fue negativa y como argumento principal, le hice saber que estaba recién conociéndolo, que no podía confiarme de quien estaba al otro lado de la pantalla, ya que además tenía su perfil vacío.
Raúl de inmediato subió una galería con contraseña y me la mandó para que la revisara. Al acceder a su álbum, quedé con la boca abierta al ver la delicia de pene que este muchacho tenía y no dudé en dejarle calientes comentarios alagando su anatomía.
Luego de eso, pasaron unos días en los que no me conecté y durante ese tiempo pensaba constantemente en la petición de Raúl. Me decía a mí misma, “ 19 añitos, virgen e inexperto, mmmm”, luego recordaba las imágenes de su pico que hacían que se me mojara la concha. Después de mucho pensarlo, decidí aceptar su propuesta, ya que como mujer necesitaba saciar mis bajos instintos.
Cuando le conté que aceptaría una cita con él, Raúl no lo podía creer. Intercambiamos números y para no develar mi dirección, acordamos encontrarnos en un lugar cercano a su casa, el cual sería el destino final del encuentro.
Era un día jueves muy caluroso y aprovechando que tenía libre en mi trabajo, salí de mi casa cerca de las 14 horas para encontrarme con Raúl. Vestía una blusa blanca escotada sin mangas, un jeans ajustado celeste claro y unas sandalias color beige, aparte de mi cartera y unos lentes oscuros; fue así como acordé que vestiría para que él pudiera reconocerme.
Llegué a la plaza donde nos encontraríamos unos 15 minutos antes de la hora acordada. Me senté en una banca bajo la sombra de un árbol y esperé. Después de 5 minutos, recibí un mensaje de Raúl, el cual decía: “Voy llegando a la plaza, besos”, yo de inmediato le respondí: “Genial, yo recién llegué… te espero, besos”.
Luego de un par de minutos, veo que a lo lejos un joven de camisa blanca y jeans se acerca en dirección a mí y supuse que se trataba de Raúl. Al llegar donde estaba yo sentada y verlo de cerca, me llevé un gran impresión, ya que no era lo que imaginaba, pero esos son los riesgos de una cita a ciegas.
Raúl era un muchacho delgado y un poco más bajo que mí, usaba lentes y tenía un poco de acné en su cara, típica cara de pajillero en pubertad. Aparte se veía muy chico, aparentaba menos de 19 años, lo que me causó extrañeza. Pero a pesar de que no era un adonis, su aspecto “puberto”, sumado a su timidez, hacían que llamara mi atención.
- Hola!, tú debes ser Raúl, verdad?, lo saludé dándole un beso en su mejilla.
- Hola… si, yo soy Raúl. Mucho gusto Catalina, me respondió cortésmente.
- Que bien! Por fin nos conocimos en persona, le dije sonriéndole.
- Si, aunque aún no me la creo que estés aquí, me dijo mirándome con cara de incrédulo.
- Pero cómo? Si tú me propusiste algo y yo acepté… mira, tócame!. Tomé una de sus manos y la apreté, luego de eso le di un abrazo bien apretado. – Ahora ya crees que estoy aquí?, le pregunte sonriéndole.
- Si, ya me convenciste, dijo riendo.
Después del saludo y romper un poco con los nervios, nos sentamos en la banca y mirándolo a los ojos, le hice saber mi principal inquietud.
- Oye Raúl, te ves más niño, aparentas tener menos de 19 años… porque esa edad me dijiste que tenías, no es verdad?
- Cata, la verdad es que no… tengo 17, me dijo con la cabeza baja y mirando al suelo.
- Y por qué me mentiste?, aún eres menor de edad, Raúl! , le pregunté fingiendo m*****ia.
- Perdóname Cata, es que pensé que no me tomarías en cuenta si te decía mi edad real, pero a fin de mes cumplo los 18, exclamó mirándome con cara de arrepentido, tratando de buscar mi perdón.
La verdad es que apenas lo vi supe que tenía menos de 19 años y siendo sincera, su minoría de edad no me importaba mucho, venía muy caliente y no me iba a devolver para la casa.
- Bueno, si cumplirás 18 dentro de poco, la cosa es diferente, le dije mirándolo con empatía, mientras colocaba mi mano en su hombro.
- Que bueno Cata, de todos modos te vuelvo a pedir disculpas, no volveré a mentirte… te lo juro.
- Eso espero, y sobre todo que las fotos que me mostraste de tu amiguito sean reales, le dije mirándolo con cara de pícara y deslizando mi mano desde su pecho, hasta la hebilla de su cinturón.
- Si, en eso no mentí jaja, me dijo riendo y muy orgulloso de su hombría.
- Pues que bien, porque quiero hacerte todo lo que te escribí en los comentarios y más, le dije mientras me ponía de pie.
Comenzamos a caminar en dirección a la casa de Raúl, la cual estaría sola, ya que sus padres estarían en el trabajo y su hermana pequeña en el colegio. Avanzamos casi una cuadra, hasta llegar a unos departamentos, entramos por el portón y luego subimos por unas escaleras, llegando al fin a su casa. En su interior no había nadie, tal como él me había dicho.
Apenas entramos, Raúl me ofreció un vaso de jugo, el cual acepté y enseguida me invitó a pasar a su pieza, la cual era pequeña y ordenada. Me senté al borde de su cama y mientras me tomaba el jugo, observé todo el entorno. Luego de eso me quité las sandalias quedando descalza.
- Me está dando un poco de calor, dije mirando a Raúl.
- Si, está caluroso acá dentro, abriré la ventana, dijo sin entender a lo que me refería.
Raúl abrió la ventana y al voltearse, me vio como desabrochaba mi blusa y me la quitaba, quedando solo con el sostén.
- Wow! , exclamó mirándome fijamente.
- Es la primera vez que tienes a una mujer en tu pieza, verdad?, le pregunté, mientras apretaba mis pechos con mis brazos.
- Si, aparte de mi mamá y mi hermana chica, contestó riendo.
- Pues, entonces para mí es un honor ser la primera… Me ayudas con esto?, le dije, mientras le mostraba mi espala, para que me ayudara a desabrochar mi sostén.
Con sus manos temblorosas, Raúl desabrochó mi sostén y me lo quitó, dejando mis pechos al aire. Me agarré un teta y agachando mi cabeza, chupé mi pezón y enseguida lo lamí.
- Quieres probar tú también o solo me quedarás mirando?, le pregunté con una mirada lujuriosa.
- Obvio que quiero probar!
Raúl se inclinó y agarró firmes mis pechos. Luego de besarlos, comenzó a chupar y lamer mis pezones con mucha pasión y lujuria. Mientras tanto, yo disfrutaba de todo eso con mis brazos apoyados en la cama y con mi cuerpo inclinado hacia atrás.
Después de cinco minutos, le hice una señal para que parara y estiré mis manos para comprobar lo duro que él estaba. Le aflojé el cinturón y desabroché su pantalón, el cual bajé con brusquedad hasta los tobillos, y es que estaba ansiosa por ver ese pico duro que tanto había presumido en sus fotos. El mismo se bajó el bóxer, dejando a la vista su delicioso pene. El líquido pre seminal escurría desde su uretra, viscoso y transparente, un verdadero almíbar para mí.
- Si que te pusiste caliente mi niño, le dije mirándolo a los ojos y agarrando firme su miembro.
- Obvio y como te había dicho cuando chateábamos, todo esto es para ti, me dijo mientras intentaba meter su pene a mi boca.
Antes de eso, pasé mi dedo por su glande, recogiendo restos del juguito que me estaba dando para degustarlo y enseguida comencé a chupárselo. Lo masturbé y se lo chupé por unos 5 minutos, hasta que me dijo que ya no aguantaba más. Solté su erecto pico, dejando que se masturbara solo y abrí mi boca, esperando su descarga de leche.
Fueron cinco potentes chorros de esperma caliente que llenaron mi boca. Raúl apretó y exprimió su pene hasta que cayó la última gota. Luego, sin más preámbulos, me la tragué lentamente disfrutando como bajaba por mi garganta al mismo tiempo en que contemplaba la carita de excitación y asombro con la que él me miraba.
- Wow! Era verdad que te gustaba tragarte el semen, me dijo mientras acariciaba mi cabeza.
- Obvio que si, me encanta. Sobre todo si sabe tan rica como tu lechita, le dije coquetamente y mientras me ponía de pie.
Le arranqué la camisa y empujé a Raúl sobre su cama. Yo estaba sobre excitada, la situación me estaba poniendo más y más caliente, sobre todo al contemplar a un muchachito desnudo, virgen y que acababa de regalarle su primera descarga de semen a un una mujer.
Sujeté y levanté sus piernas, dejando a mi merced sus bolas velludas y su ano. Coloqué un cojín bajo su espalda y de inmediato comencé a lamer y chupar sus testículos, mientras que con mi índice intentaba penetrar su culo.
- Ay Cata, que rico se siente!!
- Mmmm, te gusta, mi niño? Te gusta que juegue con tu culo?
- Me encanta! Puedes hacer conmigo lo que quieras!!
Mi saliva escurría por sus bolas y me servía como lubricante para meter mis dedos en su ano. Cuando noté que ya estaba listo, comencé a lamer e intentar introducir mi lengua dentro de él. Mientras tanto, Raúl gemía de placer, verdaderamente estaba disfrutando lo que hacía con su culo.
- Tienes el culo exquisito mi niño, podría chupártelo por horas, le decía mientras pasaba mi lengua desde su ano, hasta llegar a la base de su pene, el que ya estaba duro como fierro.
- Uff, jamás pensé que se sintiera tan rico…
- Mmm, a mí me encanta hacer esto y sobre todo que me lo hagan, le dije mirándolo e insinuando lo que quería.
Bajé sus piernas y me puse de pie. Enseguida me desabroché mi pantalón y comencé a bajarlo lentamente, hasta quedar solo con una diminuta tanguita negra con encajes. Me di la vuelta y le enseñe mi culo, me agarré las nalgas y le dije que todo sería suyo. Raúl se sentó al borde de la cama, me tomo por la cintura y me acercó hacia él. Acarició mis cachetes, mientras hacia alusión al tamaño de mi trasero.
- No puedo creer que esté tocando con mi manos este pedazo de culo… no me imaginé que lo tuvieras tan grande, Cata.
- Te gusta?... te había dicho que lo tenía grande, ahora ya pudiste comprobarlo.
- Me encanta, pero puedo pedirte algo?
- Si, que cosa?
- Quiero que te sientes en mi cara, te lo ruego!
- Jeje está bien, vine hasta acá solo a complacerte.
Raúl se recostó en la cama y luego de quitarme la tanguita, me senté cuidadosamente sobre su cara, dejando caer el peso de mi cuerpo sobre él. Separé mi nalgas con mis manos, para que pudiera lamer y sentir el aroma de mi culo. El jugo de mi concha, empapó su mentón y le pedí que metiera su lengua por mi vagina.
- Te gusta el saborcito que tengo? Pues a esto huele y sabe el culo y concha de una mujer, le dije.
Comencé a moverme encima de él, estaba disfrutando cada roce que me daba con su nariz y lengua, al mismo tiempo que con mis dedos frotaba mi clítoris.
Después de estar un buen rato encima de Raúl, me levanté y luego me recosté en la cama. Él se puso de pie y con un almohada se limpió la cara.
- Cata, deja seguir chupándote esa concha.
- Todo esto es tuyo mi niño, le dije abriéndome de piernas y levantándolas para que se abalanzara sobre mí.
Estuvo chupando mi vagina y mi culo por unos 15 minutos. Yo no paraba de gemir y retorcerme de placer, era demasiada la calentura ver como ese muchachito virgen me devoraba por completa.
- Que bien lo haces, Raúl… he estado con muchos hombres experimentados y tú no tienes nada de que envidiarles a ellos, le decía para que tuviera mayor confianza en si mismo.
- Lo dices enserio? Me preguntaba mientras intentaba meterme la lengua por mi culo.
- Claro que lo digo enserio, mi niño… dejarías a cualquier mujer loca, le dije mientras me abría el ano con mis dedos para que él pudiera meterme su lengua.
Después de un rato, me cansé de tener mis piernas levantadas y le dije que ye era tiempo de probar su pene otra vez.
- Mmmm, golosa, quieres chuparlo de nuevo? Me preguntó agarrándose su rico pene.
- Lo quiero probar, pero por mi conchita… te animas?
- Uff, es lo que más quiero, Cata.
Abrió el cajón de su velador para sacar unos condones que había comprado para la ocasión y antes de que abriera uno, lo detuve.
- Mi niño, después que devoraste mi concha y mi culo, vas a usar eso conmigo? No seas malito, quiero sentir tu pico dentro de mi sin ese plastiquito.
- Tienes razón Cata, lo haré como tú digas.
Antes de que me penetrara le pedí, que frotara su pene por encima de mi concha. Se sentía tan rico cuando su glande y mi clítoris se rosaban, que ambos comenzamos a suspirar y gemir. Luego, sin avisarme, sentí como sus 18 cms de pico los enterraba dentro de mí. Sentí tanto dolor y placer a la vez, que solo solté un fuerte gemido.
- Ohh que rico mi niño, métemelo más fuerte! Le pedí gritándole.
Raúl, en un primer momento le costó tomar el ritmo, pero al paso de los minutos, comenzó a darme fuertes estocadas, una tras otra, sin parar. La cabecera de la cama comenzó a chocar contra la pared y sumado a nuestros fuertes gemidos, me hacían pensar que todos los vecinos nos escuchaban, lo que me causaba más placer.
Antes de los 10 minutos, tenía mi vagina llena de semen caliente y tras recuperar el aliento, Raúl se levantó y retiró de mi concha su pene semi erecto. Le pedí que se recostara y así lo hizo. Enseguida me coloqué en cuatro sobre él, dándole la espalda. Mi culo y mi concha quedaron a la altura de su pecho y fue ahí cuando su leche comenzó a escurrir desde mi vagina, cayendo sobre él.
Le dejé un generoso charquito de semen sobre su pecho, y no me esperé ni un segundo para comenzar a lamer y beber ese rico elixir.
- Que lechita tan rica la que me das, le decía mirándolo a los ojos, mientras lamía el semen sobre su pecho.
- Toda es para ti, Cata… disfrútala, me dijo mientras acariciaba mi cara y mi cabeza.
Después que dejé su pecho limpio, me volví a colocar en cuatro sobre él, dejándole mi culo y mi concha frente a su cara. Raúl de inmediato comenzó a lamer y chuparme. Yo mientras tanto, agarré su pene semi erecto y empecé a masturbarlo y chuparlo hasta que se puso duro otra vez. Estuvimos así por un largo rato, sin darnos cuenta de cómo la hora fue avanzando. Cerca de las 5 de la tarde, el celular de Raúl sonó.
- Uy, Cata es mi mamá, que hago?, me preguntó.
- Pues contéstale, yo me quedaré calladita, le dije mientras chupaba y lamía su pico como si fuera una paleta.
- Aló, mamá? Si, dime… a las 5.30? Pucha… ya, ok… chao!
- Que pasó, viene en camino?, le pregunté.
- No, me dijo que fuera a buscar a mi hermana… que hoy sale a las 5:30. Y ya van a ser las 5.
- Entiendo… vistámonos entonces.
Ambos nos levantamos de la cama y nos vestimos. Una vez listos, salimos de la casa, en dirección al paradero. Mientras esperaba la micro, hablamos un poco sobre lo ocurrido, me agradeció una vez más por haber aceptado su petición y por haberme convertido en su primera mujer.
Con el pasar del tiempo, mantuvimos el contacto a través de la página, pero dejamos de hablar, luego de que estuve ausente por un largo tiempo. Al volver, su perfil, ya no existía y nunca más tuve noticias de Raúl, el muchachito al que desvirgué.
7 years ago