Extraños en un tren, 1º estación
Era farmacéutica en un hospital de una ciudad en los limites de la provincia de Buenos Aires. Elegante, coqueta y un poco aburrida de la encorsetada sociedad donde vivía. Le gustaba el sexo casual.
Habia un reunión de farmacéuticos en Montevideo y debía coger un tren para llegar a tomar el avión. Al llegar a mi cabina, estaba ocupada por una pareja. Me dirigí a llamar al revisor del vagón, pero la pareja me invito a compartirlo, era grande para 2 personas y cómodo para 3. La invitación me pareció agradable y muy complaciente.
La pareja era Marcela y Ricardo, vivían en Montevideo, el era arquitecto y ella medico. El daba clases en la facultad de su ciudad. Estaba casi entre colegas. El tren hecho a andar, y el traqueteo del tren sereno mi espíritu, un poco convulsionado por estos acontecimientos, el viaje, el repentino encuentro, me sentí casi ilusionada...
Ricardo era ameno y sereno, y rápidamente hizo que me sintiera cómoda. Me quite el pequeño abrigo de paño a cuadros blancos y negro que llevaba y me dedique a oír el suave discurso que me contaba Ricardo. Marcela le miraba con una sonrisa que me pareció compartían alguna complicidad. No me importaba. Me gustaba los cambios, estaba un poco aburrida del monótono devenir de la farmacia del hospital donde trabajaba y aquella sucesión de casualidades me deleitaba, era hora de disfrutar. Me sentía entre amigos.
Dinos Agatha, ¿te gusta ir a Montevideo?- Me dijo Ricardo-
Si claro, es un cambio que espero disfrutar- le dije-
¿Y tu marido?
Se quedo en casa... tenia cosas que hacer.
¿Que tema te lleva al congreso de Montevideo?
Hiperplasia benigna de próstata....lo acaban de lanzar y están haciendo el protocolo de recetas en el hospital.
¿Y tu eres quien lo va a realizar?
Yo solo soy la que lo suministra y añado los datos técnicos farmacológicos, pero el departamento de Urologia me ha pedido que lo valore...
Esa glándula tan especial que yo descubrí por casualidad cuando era un adolescente....
Y como fue esa casualidad- le dije con animo de seguir el juego
En la clase de educación física, subiendo una cuerda, note un inusitado placer al apretar esa zona del varón entre el ano y el pene.
Me sentí un poco ruborizado por haber sido la detonante de la situación, pero aquello me agrado al momento...
Para mi fue magnífico, no tuve que aprender a masturbarme. Había encontrado el punto G masculino sin yo saberlo- me contestó sonriendo-
Marcela intervino con una complicidad que me animaba a ser más atrevida.
- Pronto descubrió que había otras maneras mejores de disfrutar,sin tener que acudir al consabido “deshago” masculino- Dijo Marcela-
Habíamos entrado en una conversación “interesante” sin inmutarnos y de forma natural, sin grandes veleidades. Éramos casi amigos.
- Para mi fue muy fácil introducirle en ese pequeño divertimento. ¿Lo practicas mucho en vuestra relación?- Me dijo Marcela, dirigiéndose a mi-
-Mi marido es un poco estricto en estos temas y no creo que aprobara esas prácticas-le conteste-
- El se lo pierde- dijo Ricardo con rotundidad y sin dudas- ¿Te gustaría conocerlo más a fondo? Podemos organizar una velado y disfrutar- Me propuso Ricardo con una sonrisa cómplice de Marcela
Allí estaba Agatha con una ocasión muchas veces soñada en sus aburridas jornadas en la casa donde vivía. Bullía dentro de sí por disfrutar del sexo sin contemplaciones, que crecía contra menos practicaba sexo con su marido. Y soñaba ser penetrada por 2 hombres mientras veía porno en un canal especial de pago. Estaba abierta a otras propuestas.....
El tren siguió, y yo con él, segura de que había conocido a una pareja con la cual disfrutaría por fin de mi deseo de salvaje bestezuela, conseguir ser satisfecha en cualquier limite.
Habia un reunión de farmacéuticos en Montevideo y debía coger un tren para llegar a tomar el avión. Al llegar a mi cabina, estaba ocupada por una pareja. Me dirigí a llamar al revisor del vagón, pero la pareja me invito a compartirlo, era grande para 2 personas y cómodo para 3. La invitación me pareció agradable y muy complaciente.
La pareja era Marcela y Ricardo, vivían en Montevideo, el era arquitecto y ella medico. El daba clases en la facultad de su ciudad. Estaba casi entre colegas. El tren hecho a andar, y el traqueteo del tren sereno mi espíritu, un poco convulsionado por estos acontecimientos, el viaje, el repentino encuentro, me sentí casi ilusionada...
Ricardo era ameno y sereno, y rápidamente hizo que me sintiera cómoda. Me quite el pequeño abrigo de paño a cuadros blancos y negro que llevaba y me dedique a oír el suave discurso que me contaba Ricardo. Marcela le miraba con una sonrisa que me pareció compartían alguna complicidad. No me importaba. Me gustaba los cambios, estaba un poco aburrida del monótono devenir de la farmacia del hospital donde trabajaba y aquella sucesión de casualidades me deleitaba, era hora de disfrutar. Me sentía entre amigos.
Dinos Agatha, ¿te gusta ir a Montevideo?- Me dijo Ricardo-
Si claro, es un cambio que espero disfrutar- le dije-
¿Y tu marido?
Se quedo en casa... tenia cosas que hacer.
¿Que tema te lleva al congreso de Montevideo?
Hiperplasia benigna de próstata....lo acaban de lanzar y están haciendo el protocolo de recetas en el hospital.
¿Y tu eres quien lo va a realizar?
Yo solo soy la que lo suministra y añado los datos técnicos farmacológicos, pero el departamento de Urologia me ha pedido que lo valore...
Esa glándula tan especial que yo descubrí por casualidad cuando era un adolescente....
Y como fue esa casualidad- le dije con animo de seguir el juego
En la clase de educación física, subiendo una cuerda, note un inusitado placer al apretar esa zona del varón entre el ano y el pene.
Me sentí un poco ruborizado por haber sido la detonante de la situación, pero aquello me agrado al momento...
Para mi fue magnífico, no tuve que aprender a masturbarme. Había encontrado el punto G masculino sin yo saberlo- me contestó sonriendo-
Marcela intervino con una complicidad que me animaba a ser más atrevida.
- Pronto descubrió que había otras maneras mejores de disfrutar,sin tener que acudir al consabido “deshago” masculino- Dijo Marcela-
Habíamos entrado en una conversación “interesante” sin inmutarnos y de forma natural, sin grandes veleidades. Éramos casi amigos.
- Para mi fue muy fácil introducirle en ese pequeño divertimento. ¿Lo practicas mucho en vuestra relación?- Me dijo Marcela, dirigiéndose a mi-
-Mi marido es un poco estricto en estos temas y no creo que aprobara esas prácticas-le conteste-
- El se lo pierde- dijo Ricardo con rotundidad y sin dudas- ¿Te gustaría conocerlo más a fondo? Podemos organizar una velado y disfrutar- Me propuso Ricardo con una sonrisa cómplice de Marcela
Allí estaba Agatha con una ocasión muchas veces soñada en sus aburridas jornadas en la casa donde vivía. Bullía dentro de sí por disfrutar del sexo sin contemplaciones, que crecía contra menos practicaba sexo con su marido. Y soñaba ser penetrada por 2 hombres mientras veía porno en un canal especial de pago. Estaba abierta a otras propuestas.....
El tren siguió, y yo con él, segura de que había conocido a una pareja con la cual disfrutaría por fin de mi deseo de salvaje bestezuela, conseguir ser satisfecha en cualquier limite.
5 years ago